POR JOSEPH KRAUSS

JERUSALÉN (AP) — El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está bajo una creciente presión de su propio gabinete de guerra y del aliado más cercano de su país por los planes de posguerra para Gaza, incluso cuando la guerra con Hamas no muestra señales de terminar.

El sábado, Benny Gantz, miembro del Gabinete de Guerra y principal rival político de Netanyahu, dijo que dejaría el gobierno el 8 de junio si no formulaba un nuevo plan de guerra que incluyera una administración internacional, árabe y palestina para manejar los asuntos civiles en Gaza.

El ministro de Defensa, Yoav Gallant, tercer miembro del gabinete, también pidió un plan para la administración palestina y dijo en un discurso esta semana que no aceptaría que Israel gobierne la propia Gaza.

Mientras tanto, Estados Unidos ha pedido una Autoridad Palestina revitalizada para gobernar Gaza con ayuda de Arabia Saudita y otros Estados árabes antes de una eventual creación de un Estado. Se espera que el Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, impulse esos planes cuando visite Israel el domingo.

Hasta ahora, Netanyahu los ha ignorado a todos. Pero el ultimátum de Gantz podría reducir su margen de maniobra.

Netanyahu ha descartado cualquier papel de la Autoridad Palestina en Gaza, diciendo que planea traspasar las responsabilidades civiles a palestinos locales no afiliados a ella ni a Hamás. Pero también ha dicho que es imposible hacer tales planes hasta que Hamas sea derrotado porque ha amenazado a cualquiera que coopere con Israel.

El gobierno de Netanyahu también se opone profundamente a la creación de un Estado palestino.

En una declaración emitida después del ultimátum, Netanyahu dijo que las condiciones de Gantz equivaldrían a “la derrota de Israel, el abandono de la mayoría de los rehenes, el abandono de Hamás intacto y el establecimiento de un Estado palestino”.

Netanyahu añadió, sin embargo, que todavía pensaba que el gobierno de emergencia era importante para proseguir la guerra y que “espera que Gantz aclare sus posiciones al público”.

La salida de Gantz dejaría a Netanyahu aún más en deuda con sus aliados de coalición de extrema derecha, incluido el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, quienes podrían derrocar al gobierno más fácilmente si no cumple con sus demandas.

Han pedido a Israel que vuelva a ocupar Gaza, fomente la “emigración voluntaria” de palestinos del territorio y restablezca los asentamientos judíos que fueron eliminados en 2005.

Los críticos de Netanyahu, incluidos miles de personas que se han sumado a las protestas semanales en los últimos meses, lo acusan de prolongar la guerra para su propia supervivencia política.

Gantz, que llevó a su partido centrista al gobierno días después del ataque del 7 de octubre que desencadenó la guerra, advirtió a Netanyahu que no “elija el camino de los fanáticos y lleve a toda la nación al abismo”.

Netanyahu niega tales acusaciones y dice que está concentrado en derrotar a Hamás y que las elecciones distraerían la atención del esfuerzo bélico.

Las encuestas indican que Netanyahu sería expulsado de su cargo si se celebraran nuevas elecciones, y que Gantz probablemente lo reemplazaría. Esto probablemente marcaría el final de la larga carrera política de Netanyahu y lo expondría a ser procesado por cargos de corrupción de larga data.