viernes, diciembre 20, 2024
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    Sobre un barril de pólvora

    Editorial

    El mismo día que los medios masivos de comunicación, incluyendo los denominados canales sociales, daban cuenta del anuncio del Gobierno, como conclusión de un Consejo de Ministros y Directores realizado en el Palacio Nacional, de las reformas pendientes de aprobación en áreas como la seguridad social, fiscal, laboral, entre otras, se difundía la noticia del drama vivido con el enfrentamiento de la policía con los jóvenes acusados del asalto a una sucursal bancaria en la capital.

    Ese asalto, tipo película o serie de televisión, se produjo tan solo diez días después de otro asalto bancario en la ciudad de Santiago de los Caballeros.

    Para cerrar esos episodios, no bien se daba a conocer la muerte de dos de los implicados en el caso del Distrito Nacional se reportaba otro asalto en una casa de cambio en el municipio Santo Domingo Este.

    Sin duda, una ola de violencia que incluye robos y atracos atemoriza a la sociedad, que vive una situación de pánico colectivo.

    Hechos preocupantes que desde el Gobierno se tratan con frialdad porque lo que le preocupa es el diseño de la estrategia de comunicación para consensuar las amplias reformas que se proponen ejecutar al amparo del dominio de todas las instancias del Estado.

    Concluidas las elecciones, la cruda realidad nos da en la cara: violencia callejera, alzas en la tarifa eléctrica, en los precios de las medicinas, la comida, el transporte de pasajeros y de carga, deterioro de los servicios, que el gobierno apuesta a minimizar con anuncios de planes y de reformas.

    La distracción de la cruda realidad que se expresa en reportajes comprados, autocensura, manipulación noticiosa como producto del mayor presupuesto publicitario para acallar voces y doblegar la oposición política, está llegando a su fin. Poco a poco se va notando el despertar ciudadano.

    La incapacidad del Gobierno para enfrentar los males que afectan la calidad de vida de los dominicanos empeora, y la situación no se resuelve con anuncios o estrategias mercadológicas del engaño.

    Junto al pánico colectivo, la frustración se ha apoderado de la sociedad que no ve en lo inmediato una luz al final del túnel. Ante la indiferencia de un gobierno inclinado al engaño publicitario, el país se halla sobre un barril de pólvora.

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