miércoles, agosto 6, 2025
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    Rituales milenarios y líderes espirituales: así se honra a la Pachamama en las cimas de Bolivia

    POR MARÍA TERESA HERNÁNDEZ

    LA CUMBRE, Bolivia (AP) — Neyza Hurtado tenía tres años cuando la alcanzó un rayo. Cuarenta años después, sentada junto a una fogata en una montaña a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, la cicatriz que lleva en la frente la llena de orgullo.

    “Yo soy el rayo”, dijo la mujer. “Me ha caído y eso me volvió sabia y vidente”.

    Cientos de personas en Bolivia contratan a líderes espirituales como Hurtado para realizar rituales cada agosto, mes de la Pachamama o Madre Tierra bajo la cosmovisión andina.

    Los devotos de la Pachamama piensan que ésta se despierta hambrienta y sedienta después de la temporada de sequía. Para honrarla y agradecer sus bendiciones, sus fieles le rinden ofrendas en sus hogares, cultivos o en las cimas de las montañas bolivianas.

    “Asistimos a esta tradición cada 1 de agosto para seguir los pasos de nuestros abuelos”, dijo Santos Monasterios, quien contrató a Hurtado para un ritual en un sitio llamado La Cumbre, a unos 13 kilómetros de La Paz. “Venimos a pedir salud y buen trabajo”.

    Honrando a la Madre Tierra

    Las ofrendas para la Pachamama se conocen como “mesitas”. Dependiendo de los deseos de cada familia, los maestros como Hurtado pueden preparar una por familia o por persona.

    Las mesitas se montan con pequeños troncos de madera. Encima de éstos, cada líder espiritual coloca dulces, granos, hojas de coca y pequeños objetos que representan riqueza, protección y salud. Ocasionalmente se añaden fetos de llama o chanchos.

    Una vez que la mesita está lista, el líder espiritual le prende fuego y los devotos las rocían con cerveza o vino, para saciar la sed de Pachamama.

    Cada mesita puede tardar hasta tres horas en consumirse. Una vez que las ofrendas se convierten en ceniza, los devotos se reúnen alrededor de ella y entierran los restos para fundirlos con la Madre Tierra.

    “Cuando haces un ritual, es un alivio”, señaló Monasterios. “Yo creo en esto y voy a seguir dándole nuestro traguito a la Pachamama”.

    Por qué los bolivianos realizan ofrendas a la Pachamama

    Carla Chumacero, quien viajó a La Cumbre el 1 de agosto con sus padres y una hermana, pidió cuatro mesitas a su líder espiritual.

    “La Tierra nos pide y nosotros debemos dar”, dijo la mujer de 28 años.

    Según Chumacero, la manera en la que notan las necesidades de la Pachamama es difícil de explicar. “Es una sensación”, contó.

    “Hay personas que les pasan muchas cosas — accidentes y problemas familiares — y es ahí donde uno se da cuenta que necesita dar, porque hemos tenido mucho, pero ahora nos está quitando”.

    María Ceballos, de 34, no heredó su devoción de su familia, sino de sus compañeros de trabajo en la mina de oro donde se gana la vida.

    “Ofrecemos porque nuestro trabajo es riesgoso”, dijo. “Trabajamos con maquinaria pesada y viajamos constantemente, así que nos encargamos a la Pachamama”.

    Un ritual milenario

    El origen preciso de los rituales a la Pachamama es difícil de determinar, pero de acuerdo con el antropólogo boliviano Milton Eyzaguirre, son una tradición ancestral que podría remontarse al 6.000 a.C.

    Cuando los primeros pobladores de Sudamérica se asentaron en la región, se toparon con condiciones de suelo y clima que difieren a las de los extremos septentrionales del planeta, donde el invierno inicia en diciembre.

    En Bolivia, como en otros países del hemisferio sur, el invierno va de junio a septiembre.

    “Acá el tiempo frío es más bien seco”, dijo Eyzaguirre. “En función a eso hay un comportamiento con relación a la Pachamama”.

    Se cree que la Madre Tierra aún duerme durante agosto. Sus fieles ansían que recobre su fuerza e impulse su siembra, lo que usualmente arranca en octubre o noviembre.

    Meses más tarde, cuando las cosechas se recojan en febrero, se realizarán otros rituales.

    “Estas fechas son clave porque reactivan la relación del ser humano con la Pachamama”, dijo Eyzaguirre.

    “En otros lados la percepción que se tiene es que la tierra es un bien de consumo, pero acá es una relación de equilibrio. Tienes que tratar muy bien a la Pachamama porque es la que te va a dar a futuro”.

    La conexión de los bolivianos con la tierra

    Los rituales de agosto no sólo honran a la Pachamama, sino también a los “apus” o montañas, considerados espíritus sagrados para las comunidades Aymara y Quechua.

    “En la percepción Andina, todos los elementos de la naturaleza tienen alma”, dijo Eyzaguirre. “Nosotros le llamamos “Ajayu”, que significa que tienen ese componente espiritual”.

    Para muchos bolivianos, el viento, el fuego y el agua también se consideran espíritus y los apus se perciben como ancestros. Por eso muchos cementerios se localizan en terrenos altos y los rituales a la Pachamama se realizan en sitios elevados como La Cumbre.

    “Los apus son espíritus protectores que nos cuidan y nos vigilan”, dijo Rosendo Choque, quien ha sido líder espiritual o “yatiri” por más de 40 años.

    Él, como Hurtado, dijo que sólo unas cuantas personas pueden hacer su trabajo. Antes de convertirse en maestros, es indispensable adquirir conocimientos especiales y pedir permiso a la Pachamama para realizar rituales en su honor.

    “Poco a poco he captado y ya tengo permiso para trabajar”, dijo Choque. “La hoja de coca me habla”.

    Según Hurtado, ella heredó la mayor parte de su conocimiento de su abuela, quien también era maestra y atestiguó cuando ella sobrevivió al rayo.

    “Para mí fue la persona más santa, la que me ha hecho lo que soy”, aseguró.

    A Hurtado le conforta ayudar a sus clientes para asegurar un buen futuro, pero su relación con la Pachamama es lo que le trae la mayor dicha.

    “La respetamos porque es la Madre Tierra”, añadió. “Vivimos en ella”.

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