Por: Javier Fuentes
Politólogo y Teólogo
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New York es una ciudad de lujos, considerada en su tiempo la más moderna e importante dada su infraestructura a finales del siglo XIX y todo el siglo XX.
A pesar de que su medio de transporte, las edificaciones y las distintas carreteras están en obsolescencia -al grado que películas como Batman la llaman ciudad gótica-, aún así, ésta no ha perdido su esencia, encanto y atracción.
A tal punto que la mayoría de habitantes del planeta quieren conocer la imponente ciudad histórica que deslumbró en sus mejores tiempos con su esplendor a millones, constituida en referentes para que 70 millones de turistas al año la visiten, con la mejor seguridad del mundo y un desorden por doquier.
Caminar por Soho, Tribeca, Wall Street, la 42th and 5th Ave. Harlem, Inwood, Williamsburg, Borough Hall, Astoria, Flushing, Highbridge, Riverdale, por solo citar algunos lugares emblemáticos.
Ir a los teatros Apollo, Victoria’s, en el corazón de Harlem, es una excitación Freudiana, las galerías de artes, museos, estadios de béisbol y fútbol, canchas de basquetbol, estudios cinematográficos y audiovisuales, con atractivos hoteles, piscinas, extraordinarios Malls, ríos y playas lleva a reconocer que un verano en New York es diferente. Y un invierno también; con miles de hambrientos y desamparados durmiendo en calles y refugios.
Todo esto nos permite saber que aquí está todo; homeless en los Subways que vomitan, duermen y se orinan en los bancos dentro del tren, un carterista esperando su víctima, sí, igual que allá.
En cualquier lugar lo espera un borracho no importa la nacionalidad, o uno que otro que perdió la orientación para donde iba, subiendo y bajando dándole vuelta a la cabeza de estación en estación.
No se sorprenda de ver un bailarín, y varios tipos de músicos y algunos cuentistas pidiendo dinero para usar drogas. Y predicadores de diferentes denominaciones, y la india que quiere leerte la mano.
Pero nada de eso sería importante si no se topa con peleas de gallo en los basement, el vironay con dados y en medio del Highway un mattress (colchón), gomas de carro, basuras y hoyo al mejor estilo de los Mina.
A eso agréguele que de la Bodega a su casa llega mareado por el mal olor a marihuana, no se de cuentas clases.
Y dentro de esos bloques o esquinas cinco y seis carwash improvisados, barberías en las aceras, talleres de carros y una epidemia de pasolas y motores, juego de pintintin, hookah, puñalada, tiros y piedras que no haya usted por donde caminar. Sí, igualito que allá.
Usted vive en un edificio por veinte años y no conoce al vecino hasta que le matan el hijo que era dueño del punto.
New York, en sí, es el rostro principal de Estados Unidos, con su historia de tristeza y alegría, de altruismo y mezquindad, de lucha y superación pero también de honradez y mafia.
En fin es New York, la conjunción de todos los habitantes de un planeta que en un solo lugar muestra el brillo de la magnificencia de Estados Unidos.
Cuando los europeos llegaron, en especial a la isla de Manhattan, ésta estaba habitada por los nativos Iroqueses y Algonquinos.
Fue después de varios intentos que los primeros exploradores anglosajones tuvieron contacto con las tribus que habitaban el Este de lo que se conoce hoy como Estados Unidos de Norteamérica.
Estas tribus entre otras según algunos historiadores son parte de las famosas tribus perdidas de Israel, algo que cae en pura leyenda.
Puede ser más cierto que después del diluvio al dispersarse la humanidad de entonces, llenarán los demás continentes y llevarán consigo todos los conocimientos de ciencias naturales, hechicería, astronomía y astrología desde Babilonia, en Mesopotamia por el mundo.
(Continuará)