Tabara Abajo, provincia Azua.La muerte de Guillermina Lemos, la maestra que falleció el pasado sábado por intoxicación tras inhalar un veneno altamente peligroso, con el cual tenía la intención de eliminar unos ratones al colocarlo en un pan, ha conmocionado a la comunidad educativa y a la población de Tabara Abajo, provincia Azua.
Guillermina era más que una maestra. Era una mujer luchadora, una madre ejemplar y una persona maravillosa que dejó un legado de esfuerzo y dedicación en sus seis hijos y en sus alumnos.
Su historia es una de superación personal y profesional. A pesar de las dificultades económicas y familiares que enfrentó desde joven, nunca se rindió en su sueño de estudiar Educación y convertirse en docente.
Con sacrificio y perseverancia logró terminar el bachillerato e ingresar a la universidad, donde se destacó por su inteligencia y su vocación. Mientras cursaba sus estudios superiores, se encargaba de cuidar y alimentar a sus dos primeros hijos, a quienes les inculcó el amor por el conocimiento y el respeto por los demás.
Luego tuvo cuatro hijos más, pero eso no le impidió seguir trabajando como maestra en el Liceo Secundario Marino Antonio Geraldo, donde tenía más de 10 años impartiendo clases de matemáticas y ciencias naturales.

Allí se ganó el cariño y la admiración de sus colegas y estudiantes, quienes la recuerdan como una profesora exigente pero comprensiva, que siempre estaba dispuesta a ayudar y orientar a quienes lo necesitaban.
Guillermina tenía muchos planes para el futuro. Quería terminar su casa, ver graduarse a sus hijos e incluso seguir estudiando para mejorar su formación académica. Sin embargo, un trágico accidente le arrebató la vida cuando intentaba deshacerse de unos roedores que habían invadido su hogar.
Según relató su hermana Mailyn Lemos a Diario Libre, Guillermina compró un veneno muy potente llamado «Tres Pasitos», que contiene fosfuro de zinc, una sustancia altamente tóxica que puede causar daños irreversibles en los órganos internos si se ingiere o se inhala.
Ella colocó el veneno en un trozo de pan y lo dejó cerca del lugar donde habían visto los ratones. Sin embargo, al parecer no se percató de que el producto desprendía un fuerte olor que se propagó por toda la casa.
Al día siguiente empezó a sentirse mal y fue llevada al hospital regional Taiwán 19-19, donde falleció horas después debido a una insuficiencia respiratoria aguda provocada por la intoxicación.
Su muerte ha dejado un vacío enorme en su familia y en su comunidad. Sus hijos han perdido a su madre y sus alumnos han perdido a su maestra. Pero también han ganado un ejemplo de superación que los inspirará por siempre.
Guillermina Lemos demostró con hechos que nada es imposible cuando se tiene fe, voluntad y pasión por lo que se hace. Su vida fue una lección de valor y humildad que merece ser reconocida y honrada por todos.
Descanse en paz Guillermina Lemos.