POR DARIO ARTALE
and DAVID BILLER
FLORENCIA, Italia (AP) — James Atkinson y Samantha Fortino recorrieron un viñedo toscano y aprendieron a hacer pasta y salsa boloñesa junto a su familia y amigos en Florencia.
Atkinson descubrió su gusto por el chianti, mientras que Fortino se enamoró del hugo spritz italiano, un cóctel que no corría el riesgo de manchar su vestido de novia el 24 de julio.
Italia ha sido el escenario de numerosas bodas de celebridades en la última década, la más reciente la extravagante celebración de Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia.
Lejos de los focos, en los últimos años decenas de miles de estadounidenses de a pie han puesto también sus ojos en el país para su día especial.
“Las bodas en Estados Unidos pueden ser un poco demasiado fastuosas y grandiosas y acaban por no ser realmente sobre la pareja”, contó Fortino, una enfermera neonatal de 28 años de Skaneateles, Nueva York. “Ambos queríamos algo íntimo y significativo”.

Más de 15.000 parejas extranjeras se dieron el sí quiero en Italia el año pasado, un 64% más que en 2019, el año anterior a la pandemia, según una investigación de mercado del Centro de Estudios Turísticos de Florencia.
El crecimiento estuvo liderado por parejas estadounidenses, que son casi un tercio del total.
Italia fue el principal destino internacional para las parejas estadounidenses después de México, según la web de planificación de bodas The Knot, con sede en Maryland.
Para muchos estadounidenses, Italia encarna el romanticismo sencillo y hermoso de una época pasada. El clima es cálido y sus variados paisajes, desde el mar hasta las montañas, son impresionantes.
La comida es familiar y gusta a todo el mundo. Pero quizás el principal motor del reciente auge sea la amplia oferta de actividades, que junto con el evento de la boda en sí, son un atractivo para quienes buscan momentos únicos y memorables, parte de una tendencia de consumo denominada “la economía de la experiencia”.
“En Estados Unidos, todo es más caro por una simple noche y queríamos crear una experiencia, así que hicimos dos noches aquí”, apuntó Atkinson, de 31 años y propietario de una empresa de concreto.
“Nos pareció que merecía mucho más la pena hacerlo así y hacer un viaje con nuestra familia, con nuestros seres queridos”.
“Nadie cancela”
Uno de los invitados, que nunca había estado en Italia, estaba extasiado con la invitación y aprovechó para hacer excursiones adicionales, primero a Venecia y luego con el grupo de la boda a Cinque Terre.
Otro, Gary Prochna, estuvo a punto de no asistir debido al trabajo acumulado en su empresa de pavimentación. Al final, cambió de opinión y quedó impresionado con el lugar: una villa del siglo XV con una vista panorámica sobre Florencia y su famosa catedral.
“Yo me casé en Estados Unidos y el lugar era muy bonito. Pensaba, hasta ahora, que habíamos tenido la mejor boda”, apuntó Prochna, de 68 años, añadiendo que ahora espera que sus hijas se casen en el extranjero.
Marcy Blum, una reconocida planificadora de eventos de lujo con sede en Manhattan, dijo que casi el 90% de las bodas que organiza son en Italia.
“La razón por la que Italia es tan popular es porque es a donde quieren ir los invitados”, aseveró. “Envías una invitación diciendo que te casas en Capri o en Positano y todos vienen. Todos. Quieren venir. Nadie cancela”.
Jack Ezon, director general de Embark Beyond, una firma de viajes de lujo y organización de eventos también de Manhattan, afirmó que el 60% de los eventos de su empresa se celebraban fuera de Estados Unidos antes de la pandemia. Hoy es casi el 90%, casi todos en Italia y Francia por igual.
La campaña arancelaria del presidente Donald Trump ha dado un impulso a las bodas en el extranjero. Ezon ha trasladado seis eventos de Estados Unidos a Europa este año por el temor de sus clientes a que los gravámenes sobre el alcohol disparasen la cuenta del bar.
Comparación de costos
El cambio a destinos lejanos ha beneficiado a los planificadores con contactos en Italia y proveedores locales.
Según Wedding Italy, el equipo formado por el matrimonio que organizó el enlace de Atkinson, los clientes estadounidenses gastan tres veces más que los italianos porque sus enlaces tienen decoraciones más elaboradas y hay otros eventos en su calendario de varios días.
El gasto promedio en bodas locales en Estados Unidos fue de 32.000 dólares el año pasado, según The Knot.
En comparación, las bodas de extranjeros en Italia cuestan un promedio de 61.500 euros (70.600 dólares) y suelen tener docenas de invitados menos, de acuerdo con los datos del Centro de Estudios Turísticos de Florencia.
En el jardín donde los Atkinson celebraron su ceremonia, los cipreses se mecían con el viento mientras la novia salía de la capilla, radiante en su vestido de corte sirena de encaje.
Caminó hacia el altar mientras por los altavoces sonaba la banda sonora de La Guerra de las Galaxias. Era su truco para hacer llorar al novio, y funcionó de maravilla.
Antes del intercambio de anillos, antes de que los enamorados se abrazaran, el oficiante dijo:
“Normalmente preguntaría: ¿Hay alguna razón por la que esta pareja no debería casarse? Pero por el amor de Dios, ¡todos hemos venido a Italia y no podemos recuperar nuestro dinero! Así que en su lugar preguntaré: ¿Quién aquí aprueba esta unión?”.
Y se escucharon aplausos por doquier.