POR HUIZHONG WU
and JINTAMAS SAKSORNCHAI
BANGKOK, Tailandia (AP) — Tailandia y Camboya reafirmaron su frágil alto el fuego después de días de enfrentamientos a lo largo de su frontera, mientras China intervinía para negociar con los dos países.
El alto el fuego alcanzado en Malasia debía entrar en vigor a medianoche del lunes, pero fue puesto a prueba rápidamente.
El ejército tailandés acusó al camboyano de lanzar ataques en múltiples zonas el martes por la mañana, pero Camboya dijo que no hubo disparos en ningún lugar.
El ejército tailandés reportó más tarde intercambios de disparos hasta la mañana del miércoles, pero apuntó que no se empleó artillería pesada.
“Este acto de agresión constituye una vez más una clara violación del acuerdo de alto el fuego por parte de las fuerzas camboyanas y su aparente falta de buena fe”, dijo el Ministerio de Exteriores de Tailandia en un comunicado el miércoles por la mañana.
Sin embargo, el miércoles por la tarde, ambas partes parecían haber reafirmado su compromiso con el alto el fuego.
Representantes de ambos bandos aparecieron sonrientes en una foto con el viceministro de China, Sun Weidong, en una reunión en Shanghái.
En representación de Camboya viajó Kung Phaok, secretario de Estado del Ministerio de Exteriores, y por Tailandia estaba Jullapong Nonsrichai, asesor ejecutivo del ministro de Exteriores.
“Camboya y Tailandia reiteraron a China su compromiso con el consenso de alto el fuego y expresaron su agradecimiento por el papel positivo de China en la desescalada de la situación”, indicó un comunicado del Ministerio de Exteriores de China.
China dijo que la reunión informal fue su “último esfuerzo diplomático” y que estaba desempeñando un “papel constructivo en la resolución de su disputa fronteriza”, agregó la nota.
Violación del alto el fuego
Los enfrentamientos del martes por la noche se produjeron en Phu Makhuea, una montaña en un zona en disputa junto a la provincia tailandesa de Sisaket.
El primer ministro de Camboya, Hun Manet, y su homólogo interino tailandés, Phumtham Wechayachai, acordaron el lunes un cese de hostilidades “incondicional” tras unos choques que se han cobrado la vida de al menos 41 personas.
La reunión fue organizada por el primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, como presidente rotatorio de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.
El mandatario calificó la tregua como un “primer paso vital hacia la desescalada y la restauración de la paz y la seguridad”.
El alto el fuego se negoció bajo la presión de Estados Unidos y el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, dijo que Washington aplaudía la declaración.
“El presidente (Donald) Trump y yo estamos comprometidos con un cese inmediato de la violencia y esperamos que los gobiernos de Camboya y Tailandia cumplan plenamente sus compromisos para poner fin a este conflicto”, señaló Rubio en un comunicado.
Hun Manet dijo el martes que Trump lo había llamado para felicitarlo por la iniciativa. En redes sociales dijo que Trump prometió que Estados Unidos se uniría al proceso de monitoreo junto con Malasia para garantizar la implementación de la tregua.
El gobierno tailandés, por su parte, apuntó que se quejó a Malasia, Estados Unidos y China de la supuesta violación del acuerdo por parte de Camboya.
El miércoles, había señales de calma a lo largo de la frontera, y algunos de los más de 260.000 desplazados por los enfrentamientos estaban regresando a sus hogares.
Camboya y Tailandia se habían enfrentado ya en el pasado por su frontera de 800 kilómetros (500 millas).
Los últimos choques comenzaron el jueves después de que la explosión de mina terrestre en la frontera hiriera a cinco soldados tailandeses.
Las tensiones habían ido en aumento desde mayo, cuando un soldado camboyano fue asesinado en una confrontación que creó una brecha diplomática y sacudió la política interna de Tailandia.
Incertidumbre para los residentes
Aunque algunos residentes cerca de la frontera han comenzado a regresar a sus casas, muchos continúan en refugios de evacuación, sin saber qué será de ellos.
La vendedora Kanchana Sukjit, de 33 años, dijo que huyó de su hogar cerca del templo Ta Muen Thom con algunas pertenencias y su pequeño perro blanco, Nam Khaeng o hielo en tailandés.
El templo había sido uno de los principales puntos de conflicto en la última semana.
Fue la primera vez que tuvo que huir de su hogar de esta manera y estaba preocupada mientras esperaba instrucciones más claras sobre lo que sucederá a continuación.
“Me estreso cuando leo las noticias, como cuando los reportes decían que iban a disparar (un cohete de largo alcance), porque mi casa está justo al lado de un campamento militar. Estaba bastante estresada ese día porque tenía miedo de que mi casa quedara atrapada en un fuego cruzado”, explicó.
