Maribel Espaillat guarda la esperanza de que su esposo se recupere, pero el dolor es profundo, y la herida emocional tardará mucho en sanar.
En medio del caos, del polvo y del estruendo que estremeció la noche del martes 8 de abril, una historia de amor y heroísmo emerge entre los escombros del Jet Set.
La administradora del emblemático centro nocturno, Maribel Espaillat, sobrevivió al colapso del techo porque su esposo, Daniel Vera Pichardo, la protegió con su cuerpo.
«Todo pasó en segundos. Escuchamos un ruido seco, un estruendo… y en lo que pregunté ¿qué fue eso?, ya estaba debajo de los escombros. No entendía nada. Lo único que sentía era el peso de su cuerpo sobre el mío… cubriéndome», relata entre lágrimas inconsolables.
Daniel, su compañero de vida se lanzó sobre ella instintivamente para salvarla. Ese acto de amor lo tiene hoy ingresado en un centro de salud, en estado delicado, con múltiples lesiones internas y una fractura en el fémur.

Ha sido sometido a una cirugía, ha recibido nueve pintas de sangre, y los médicos evalúan una posible segunda intervención. «Su fiebre no cede, está muy inflamado… está en manos de Dios y de los médicos», dice Maribel, con la voz quebrada.
Ella tampoco salió ilesa. Una herida profunda en la cabeza le dejó 12 puntos de sutura. Parte de su oreja se desprendió por el impacto y fue restaurada por los cirujanos. «Pero estoy viva… gracias a él», repite, como si aún no pudiera creerlo.
Lo que más le duele ahora no es solo lo físico. Es la ausencia de los que no lograron salir con vida. Con la voz desgarrada, recuerda a sus compañeros de trabajo, muchos de los cuales murieron aquella noche. «Ellos no eran empleados. Eran mi familia. Eran los que me cuidaban…».
Rememora con especial cariño a Gregory, uno de los miembros del equipo, con quien había compartido una conversación apenas días antes.
«El sábado yo estaba sentada con él y le decía: Gregory, ¡qué equipo tan bueno tenemos! Estos muchachos son un regalo. Nunca pensé que sería la última vez que hablaríamos».
Esperanza en medio del dolor
Mientras que, Daniel continúa en cuidados intensivos y su estado es muy delicado, Maribel guarda la esperanza de que su esposo se recupere, pero el dolor es profundo, y la herida emocional tardará mucho en sanar.
Su testimonio no solo conmueve: humaniza una tragedia que ha dejado al país entero de luto.
Entre tantas cifras frías y reportes oficiales, su historia recuerda que cada víctima, cada herido, cada sobreviviente, tiene un nombre, un rostro y una historia que contar.
Fuente Diario Libre