Por Cristy Tapia
En los últimos días, la sociedad dominicana ha sido sacudida por dos tragedias que han dejado una marca imborrable en nuestra conciencia colectiva. Dos niños, inocentes y vulnerables, han sido víctimas de actos horrendos, que no solo llenan de tristeza y dolor a sus familias, sino también a toda la nación.
Estas tragedias, que han conmocionado al país, nos obligan a reflexionar sobre el estado de protección en el que se encuentran los más indefensos entre nosotros: nuestros niños.
Sin ánimos de alimentar el morbo que tantas veces acompaña estas noticias, es necesario levantar la voz y dirigir nuestra preocupación hacia las instituciones estatales responsables de velar por la seguridad y el bienestar de la niñez.
Es alarmante pensar que en pleno siglo XXI, con todos los avances que hemos alcanzado como sociedad, nuestros niños no parecen estar seguros ni siquiera en el lugar donde deberían sentirse más protegidos: sus propios hogares.
El dolor que sentimos como sociedad debe transformarse en acción. No podemos permitir que estos casos sean meramente estadísticas o titulares que se pierden con el tiempo.
Es urgente que el Estado, en conjunto con la sociedad civil, implemente un plan robusto y enfocado en la salud mental. La prevención es clave para evitar que estas tragedias se sigan repitiendo.
Necesitamos políticas públicas que no solo reactúen ante lo inevitable, sino que se adelanten a los problemas y brinden a las familias las herramientas necesarias para criar a sus hijos en un entorno seguro y saludable.
Los programas de apoyo psicológico, las campañas de concienciación y la educación en valores deben ser una prioridad en la agenda nacional. Es momento de preguntarnos, ¿quién va a defender a nuestros niños? La respuesta debe ser clara y contundente: todos nosotros.
Pero para ello, necesitamos un Estado que tome la delantera, que garantice que la protección de los niños no es solo una promesa, sino una realidad tangible.
No podemos seguir siendo espectadores pasivos ante estas tragedias. La seguridad y el bienestar de nuestros niños deben ser la prioridad número uno de nuestra sociedad.
Porque proteger a los niños hoy es asegurar el futuro de nuestra nación mañana.
¡Actuemos ya!