domingo, diciembre 22, 2024
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    Biden y McCarthy sostienen diálogo «productivo», pero no hay acuerdo sobre la deuda de EEUU

    Estados Unidos, AFP.-.Con la amenaza de un inédito impago de Estados Unidos en ciernes, una reunión entre el presidente Joe Biden y el líder de la oposición Kevin McCarthy no resolvió este lunes el enfrentamiento entre ambos, pese a que ambos calificaron el encuentro de «productivo».

    La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dejó en claro lo que estaba en juego cuando horas antes insistió con que es «muy probable» que el gobierno de Estados Unidos se quede sin dinero después del 1 de junio.

    Al recibir en la Casa Blanca al líder de la Cámara de Representantes, Biden dijo ser «optimista» sobre cerrar la reunión con un «avance».

    «No tenemos un acuerdo, sino una discusión productiva en las áreas en las que tenemos diferencias de opinión», dijo McCarthy tras la reunión.

    «El tono de la reunión de esta noche ha sido mejor que el de todas las veces anteriores», añadió, pero indicó: «Seguimos teniendo diferencias filosóficas».

    Posteriormente, el presidente utilizó un lenguaje similar al de McCarthy en un comunicado, en el que calificó la reunión de «productiva», al tiempo que añadió que persisten «áreas de desacuerdo».

    Ambos se habían reunido dos veces en quince días con otros congresistas, pero esta vez se encontraron cara a cara.

    La reunión debía dejar atrás los agrios debates de este fin de semana entre funcionarios de ambas partes, en ausencia de Biden quien se encontraba en Japón en la Cumbre del G7.

    En medio de esas discusiones, Biden y McCarthy hablaron el domingo, cuando el presidente volaba de regreso de la Cumbre del G7 en Japón.

    Tras la reunión del lunes en el Despacho Oval y la descripción de McCarthy de las conversaciones como productivas, su equipo endureció el tono.

    El congresista y negociador republicano Patrick McHenry dijo a periodistas: «Lo que percibo desde la Casa Blanca es una falta de urgencia».

    Efectos concretos

    Para eliminar el riesgo de un default, el Congreso debe aprobar elevar el tope de la deuda pública. El Senado está controlado por los demócratas y los republicanos controlan la Cámara de Representantes.

    Los republicanos exigen una fuerte reducción del gasto público como condición para aumentar el endeudamiento pero Biden, que hace campaña para su reelección en 2024 con promesas de justicia social, se opone.

    Antes de la reunión McCarthy dijo ser bastante optimista. Aseguró en la cadena CNN que «lo que se negocie será visto por una mayoría de republicanos como la solución correcta para ponernos en el buen camino».

    Biden declaró el lunes que también está a favor de reducir el déficit y que considera necesario «examinar los espacios fiscales y asegurarse de que los ricos pagan su parte justa» de impuestos.

    El llamado «techo de la deuda» de más de 31 billones de dólares -un récord mundial- se alcanzó hace varios meses, pero el gobierno federal ha gestionado hasta ahora la situación mediante maniobras contables.

    De no honrar sus obligaciones, Estados Unidos ya no podría pagar a los tenedores de bonos del Tesoro, refugio de las finanzas mundiales. El gobierno tampoco podría pagar subsidios ni las pensiones de los veteranos, por ejemplo.

    Las consecuencias para la economía mundial serían catastróficas, advierten economistas.

    «Estados Unidos nunca ha dejado de pagar sus deudas. Y ese no será jamás el caso», afirmó Biden.

    Una decisión tomada a última hora podría tener igualmente consecuencias. En 2011, existía sólo la amenaza de caer en default y esto hizo, por primera vez, que Estados Unidos perdiera su preciosa evaluación crediticia triple A; la mejor de las agencias evaluadoras.

    Sombra de Trump

    En tanto, la sombra de Donald Trump se posa sobre las negociaciones. El expresidente republicano, quien mantiene fuerte influencia, instó a su partido el 10 de mayo a negarse a elevar el límite de la deuda, lo que desataría el impago, si los demócratas no acuerdan recortar gastos.

    El domingo, la portavoz de la Casa Blanca, Marine Jan-Pierre, deploró las «reivindicaciones partidistas extremas» propuestas por los conservadores.

    McCarthy, por su parte, acusó al «ala izquierdista del partido demócrata» de estar «a sus órdenes».

    Si los desacuerdos persisten, a Biden le queda un recurso: invocar la 14a Enmienda de la Constitución estadounidense, que estipula que «la validez de la deuda pública de Estados Unidos, autorizada por ley, (…) no debe ser cuestionada».

    En otras palabras, los gastos ya votados deben poder ser pagados.

    Pese a estar considerando esta posibilidad, Biden se mostró escéptico, mientras que Yellen también aludió a la «incertidumbre jurídica» y a un «plazo apretado».

    McHenry, el negociador del Partido Republicano, describió una «situación muy difícil» para llegar a un acuerdo que despeje un Congreso dividido y se convierta en ley en los próximos 10 días.

    Al igual que casi todas las grandes economías, Estados Unidos vive del crédito. Sin embargo, en Estados Unidos es prerrogativa del Congreso votar el aumento del techo de la deuda pública que la primera economía del mundo está autorizada a acumular.

    Y lo que inicialmente era una formalidad se ha convertido ahora en una batalla política.

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