Por Wilson Pérez
SANTO DOMINGO.- Con una emotiva y concurrida misa encabezada por el Ministro de Defensa, Teniente General, Carlos Luciano Díaz Morfa, y su esposa Wendy Santos de Díaz, Presidente de la Asociación Dominicana de Esposas de Oficiales de las Fuerzas Armadas (ADEOFA), miembros de las Fuerzas Armadas conmemoraron el emblemático “Día de la Virgen de La Altagracia”, madre espiritual del pueblo dominicano.
“Gratitud hacia la Santa Madre de nuestro Señor Jesucristo, que siempre acompaña a las Fuerzas Armadas y al pueblo dominicano, en la construcción de la paz, la alegría y el bienestar”, constituyó la esencia del mensaje y los testimonios de fe, expresados durante la ceremonia religiosa oficiada en la Parroquia que lleva igual nombre de la Virgen, en el recinto militar General Ramón Matías Mella del MIDE.
Recreando pasajes bíblicos que recordaban la incredulidad inicial de una humilde mujer que concebiría al anunciado Salvador del mundo, el Coronel Diácono Elías Caamaño y el Capitán de Corbeta Vicario Geraldo De Óleo Pirón, recordaron que ante la incertidumbre “Nada es imposible para Dios y que en sus planes, todo llega a su tiempo”, aludiendo a la devoción de profundas raíces cristianas.
Acompañada por el coro de voces del MIDE, la presidente de la ADEOFA deleitó a los presentes con la entonación del Himno a la Virgen de la Altagracia, como expresión artística que honra a la protectora de los dominicanos frente al destino y en sus quehaceres diarios, en especial cuando la suerte o la tragedia les aflige.
Historia de la veneración
Durante la misa el Coronel Sócrates Suazo Ruiz, director general de Historia Militar del MIDE, al leer el mensaje del alto mando militar en ocasión de esta fecha, recordó que su imagen llegó a La Hispaniola en 1502 y fue asumida con fervor como parte de la tradición y devoción mariana, en base a la creencia de sus milagros prodigiosos por más de 500 años.
Señaló el historiador, que el 21 de enero del año 1691 los criollos dominicanos, macheteros y lanceros, vencieron a los intrusos franceses en la batalla de La Limonada o Sabana Real, dedicando la victoria de las armas, al depositar el machete redentor en la vieja iglesia de San Dionisio de Higüey, en la provincia de La Altagracia.
Desde entonces, la Virgen es respetada y sentida por todos los dominicanos, signo de las raíces cristianas que caracterizan y dan vida a esta tierra. Venerarla, forma parte de una devoción que inició en el período colonial, para pasar luego a otras regiones de América.