martes, diciembre 2, 2025
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    ¿Pueden los “demócratas” hablar hoy de Moral y Ética?

    Por: Víctor Manuel Grimaldi Céspedes

    Están “picados”, irritados, molestos. Pero no deberían sorprenderse: fueron ellos mismos quienes construyeron la arquitectura de contradicciones morales que hoy denuncian.

    Usted ve por aquí y por allá a supuestos liberales y demócratas quejándose de Donald Trump y de sus republicanos. Pero —y esto la historia lo documenta con absoluta claridad— los mismos sectores intelectuales, mediáticos y políticos que ahora levantan la bandera de la “ética” y la “moral pública”, fueron durante décadas:

    Protagonistas de la Guerra de Vietnam:
    Una guerra que costó millones de vidas, marcada por:

    • masacres como My Lai
    • bombardeos indiscriminados en Laos y Camboya
    • uso de armas químicas como el Agent Orange
    • políticas que deshonraron cualquier noción mínima de proporcionalidad y humanidad
      Aquel conflicto dejó una herida moral profunda en los Estados Unidos y en el mundo.

    ¿Con qué autoridad pueden hoy presentarse como guardianes éticos?

    1. Arquitectos de la degradación moral interna de Estados Unidos
      La descomposición cultural y ética que hoy critican fue alimentada por ellos mismos:
    • décadas de relativismo moral
    • destrucción progresiva de valores familiares y comunitarios
    • crisis de adicciones, violencia y desinformación
    • la cultura del “todo vale” mientras sirviera a intereses de poder o influencia

    Pero además, hubo una degeneración moral dentro de ciertos sectores del Partido Demócrata, que terminó promoviendo un tipo de liderazgo político basado más en exhibicionismos y agendas identitarias que en el servicio público verdadero.

    Y lo más grave: por años enviaron a la República Dominicana diplomáticos cuyo comportamiento público y privado fue percibido como un intento deliberado de humillar las buenas costumbres, la dignidad y la cultura moral del pueblo dominicano. Las pruebas abundan, y nadie que conozca el mundo diplomático puede negar esa etapa vergonzosa.

    1. El auge del narcotráfico tras la injerencia en Haití:

    Debe decirse con claridad histórica:

    En 1993 la degeneración social, el tráfico masivo de drogas y su consumo NO existían en la magnitud desbordada que hoy domina.

    Después de las intervenciones impulsadas bajo Bill Clinton y, posteriormente, bajo su pupilo Barack Obama, con una injerencia profunda y sostenida en Haití, la droga reinó en la isla de Santo Domingo.

    El deterioro institucional haitiano permitió que grandes carteles usaran el territorio como corredor, y el efecto se sintió con fuerza en la República Dominicana.

    1. Narradores selectivos: moral para afuera, indulgencia para adentro
      Hoy emiten juicios absolutos sobre los demás:
    • sobre los republicanos
    • sobre Trump
    • sobre la derecha cristiana
    • sobre los radicales israelíes
    • sobre Hamas
    • y sobre cualquier liderazgo que no encaje en sus categorías ideológicas

    Pero evitan reconocer su propia cuota de responsabilidad en la crisis moral que hoy denuncian.

    1. La “epidemia de cobardía moral”… y la epidemia de doble estándar.

    Un columnista del New York Times habla de una “epidemia de cobardía moral”.

    Pero habría que agregar algo más honesto:

    • una epidemia de falta de memoria histórica
    • y una epidemia de autoindulgencia moral

    Es fácil señalar al otro cuando se han borrado —o relativizado— las propias responsabilidades:

    • Irak 2003
    • Libia 2011
    • Siria
    • Afganistán
    • apoyo a dictaduras durante la Guerra Fría
    • silencios cómplices ante atrocidades de aliados estratégicos
    1. Ni republicano ni demócrata: una mirada desde fuera.
      No soy ni republicano ni demócrata.
      La crisis moral estadounidense no es propiedad de un partido, sino el resultado acumulado de décadas de errores estructurales:
    • guerras mal justificadas
    • élites desconectadas
    • polarización alimentada
    • manipulación mediática desde ambos bandos
    • pérdida del sentido común y de los valores fundamentales

    CONCLUSIÓN :

    No. No pueden hablar de moral y ética sin antes asumir la responsabilidad histórica que les corresponde.
    Para poder exigir moralidad, primero deben reconciliarse con su propio pasado. Mientras no lo hagan, seguirán proyectando sobre otros lo que no han querido corregir en ellos mismos.

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